Los Nazis y La Droga de Hitler
la aceleración, la acción y la velocidad alemanas de 1940,
que, de hecho, no fueron exclusivamente suyas sino que de alguna manera han
llegado hasta la actualidad, algo tienen que ver con no haber considerado un
factor determinante: el uso masivo de drogas químicas por parte de los soldados
y oficiales del Tercer Reich. Esta es una de las interesantes tesis que
sostiene el escritor y periodista alemán Norman Ohler en El gran delirio.
Hitler, drogas y el iii Reich, un libro originalmente aparecido en 2015.
Solamente un ataque y avance rapidísimos iban a permitir a los ejércitos de
Hitler enfrentarse en el oeste a unos efectivos superiores en número y dotados
de mayor armamento, en unos terrenos considerados inaccesibles. La solución
pasaba por avanzar de día y de noche sin parar, no durmiendo y casi sin comer.
La metanfetamina, muchísimo más efectiva y barata que el café o el vino –o,
incluso, que la bencedrina usada por los británicos–, lo hizo posible. La
Wehrmacht encargó entonces 35 millones de pastillas de Pervitin, también
conocidas como pervitinas, a los laboratorios Temmler para los ejércitos de
Tierra y del Aire.
La noche del 10 al 11 de mayo de 1940 tuvo lugar una masiva
ingesta de pastillas, que fue seguida de otras tantas. Muchos aguantaron hasta
diecisiete días sin dormir.
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